domingo, 27 de agosto de 2017

ESCRITOS METROPOLITANOS: Ciudad

 Camino a casa. Cuadra a cuadra la ciudad se me rebela como un mosaico de cemento, gente y vehículos. 
El centro  es un infierno de bocinas y humo. Cada vez que atravieso la metrópolis siento la misma sensación de inseguridad, agobio y atontamiento. Como un estado de alerta permanente, adormecido por el smog y el ruido blanco.
 La isovalencia sonora perturba mi alma y sin pensar comienzo a caminar más rápido. Por suerte ahora ya no vivo más en el centro. Llego a casa y me saco las zapatillas.  
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ESCRITOS METROPOLITANOS: De noche

Cuando se vive en una ciudad grande, la magnificencia de los edificios tapa el horizonte y los vidrios de las ventanas encandilan como mil soles.

Por la noche, el aire fresco inunda las calles y se puede salir a caminar. ¡Qué bello el aire fresco!

En este horario, donde nadie transita ya, cuando los gigantes duermen, es cuando la verdadera ciudad emerge. 

Aparecen cosas que antes no se veían con luz solar. Antiguas casonas, cines ya inexistentes, detalles que de observarlos con calma mutan en cosas maravillosas. 

Todo esto, solo de noche.




Poemario Denso I

Poemario Denso es una ventana abierta a épocas oscuras, ambientes pesados, donde los protagonistas de las historias allí contadas son víctimas anónimas de un descarnado desasosiego .









Lamento de otoño
Caigo de rodillas sobre el suelo estéril

Nauseas en el corazón

Tripas destrozadas

Asco y repulsión.


La ropa se mece en la soga

El verde césped ondula a lo lejos

Nauseas en el corazón.

Recuerdos que hacen sinapsis

Agudo dolor visceral

Asco y repulsión.


Cielo sepia sobre mí

Custodia la caída de mi torso

 vuelto a un lado, laxo, lánguido.


Entorno gris

Dulce sonido, voz quebrada

Como cristal de Bohemia.

La horizontalidad de mis plegarias

Rozan el campo sosegado,

El suelo estéril

Donde una tarde de otoño

Caí, sin articular sonido.






Mutaciones agudas

Mutaciones agudas como espinas, sordo grito en la sombra del día. Dura contracción en el pecho .
Metamorfoseándote peligrosamente, por el filo de los nervios caminas, como si fueran una especie de cuerda floja. 
De tus nervios, porque a los míos ya me los arrancaste de cuajo, como quien desuella una cebolla, capa a capa.
Mi desesperación fue en aumento, hasta que en un momento, luego del colapso, no pude oír más nada. Fue como sentir un ruido blanco en mi cabeza, y una enorme angustia en mi corazón.
Y ahí, haciéndose cargo de los despojos de la tormenta, mi alma diciendo que no te culpe. Y frente a toda carnicería emocional, fue ella quien me mostró cuanto te amo. Y cuanto te voy a amar, más allá de todo.