La mujer alta camina por el jardín. Variedad de plantas se reflejan en sus pequeños y verdosos ojos.
La mujer alta tararea una melodía y piensa en los mundos fantásticos que va a pintar más tarde. Su oscuro cabello, largo, ondea al viento y se teje entre las ramas de los árboles. Algunos mechones blancos asoman ya, como finas telarañas de seda.
Su parco andar se confunde con el rumor de un arroyo cercano. Su rostro de seria expresión no denota tristeza o enojo, sino el reflejo de un mundo interior que desborda y se presenta a veces en esta, nuestra realidad.
La mujer alta ama el mar, esa masa azul y gloriosa, así como la lluvia y las tormentas.
El frío invierno la llena de su gélida energía, aunque el otoño es su época favorita.
La mujer alta observa el oscuro firmamento. Nacida bajo la protección de Sargas, Antares y Acrab, anhela la sabiduría eterna de las estrellas.
Bien sabe que algún día logrará develar la Verdad que mora en el Gran Secreto. Ese momento será cuando su cuerpo repose bajo los árboles, junto a sus raíces, y el Infinito susurre a su alma la esencia de todas las cosas.
